miércoles, 28 de noviembre de 2012

Reflexión sobre entrenadores de Base


En el fútbol base existen dos tipos de entrenadores; ENTRENADOR RESULTADISTA y el ENTRENADOR FORMADOR.


El entrenador resultadista  que quiere firmar el año que viene en un filial piensa que ascendiendo con su actual equipo al final del año tendrá en su mesa una oferta de un importante club y para ello trabaja, en busca de resultados, piensa en ganar a toda costa con los valores que sean, positivos o negativos, el objetivo son los 3 puntos.

Para este entrenador los sentimientos del jugador (del niño) tiene poca importancia, de poco le vale la tercera desconvocatoria consecutiva de un chaval que no ha faltado a ni un solo entrenamiento pero que no está bien dotado físicamente o técnicamente o cada vez más tácticamente. De poco le vale digo porque lleva 3 victorias seguidas, y para él ese es el camino.
No se para a pensar si sus futbolistas se divierten jugando al fútbol, porque no tiene ningún escrúpulo en decir al central que no se la pase al medio centro, no sea que pierda el balón en el centro del campo si no que la pegue arriba para que el delantero se pegue con los centrales y cace un balón suelto y enchufe.


Luego está el otro entrenador, el formador, el que su objetivo no es otro que el de formar futbolistas, intenta que el equipo trate bien el balón que se asocien unos con otros, reparte minutos sin discriminar al menos hábil, al que peor técnica tiene, al portero bajito o al delantero que no es veloz, busca que todos se sientan partícipes de un equipo sin darle mucha importancia al resultado final. Si se consigue ganar mejor porque durante la semana el jugador (el niño) va a hablar durante toda la semana con su amigo del colegio de cómo ganaron el sábado. Si por “suerte” ganan mejor porque el jugador (el niño) en cuanto llegue a casa llamará por teléfono a su abuelo para contarle emocionado que han ganado el partido, pero si esto no ocurre porque el rival ha sido mejor los jugadores de este entrenador al entrenamiento siguiente irán con la máxima ilusión y felicidad del mundo, al contrario que los del otro entrenador que tras un partido donde el resultado fue negativo la frase de ánimo al entrar al vestuario es: “EL MARTES CON ZAPATILLAS QUE VAIS A CORRER LO QUE NO HABÉIS CORRIDO HOY”.

Curiosamente estos dos entrenadores se cruzan en el último partido de liga, el equipo del entrenador resultadista está a falta de un empate para proclamarse campeón de liga y el conjunto del  entrenador formador situado en mitad de la tabla afronta la última jornada con la tristeza de que la temporada se acaba pero con la alegría del año tan bonito que han pasado y sabiendo que tras el partido, papás, jugadores y entrenadores van a celebrar una comida de despedida.


¿Cuál es el desenlace? Los jugadores (los niños) del entrenador resultadista no dan pie con bola en todo el partido, tienen una presión tremenda y se tiran todo el partido sufriendo viendo cómo no sólo no consiguen ese punto que les hace campeones sino que encima su rival, que juega con alegría, felicidad, disfrutando del último partido de liga van ganando sin tener nada en juego.

Finalmente el entrenador obsesionado con ganar cueste lo que cueste en el partido de la última jornada de liga se le escapa el campeonato aunque queda subcampeón y ascienden de categoría, un logro que piensa servirá para recibir la oferta del coordinador del club tan importante que estaba en la grada, pero su sorpresa es que cuando fuerza encontrarse con esta persona, sacando tanto pecho que hasta se le sale de la camisa ve como le ignora incluso escucha como le ofrece al entrenador rival, al entrenador formador,  entrenar en un equipo de un club profesional, no sólo se marcha con esa desilusión si no que se marcha a casa sin ser felicitado por nadie, porque no todo vale para ganar.

Pasados los años uno hace carrera en ese club tan importante y el otro sigue haciendo fartleks en el parque de al lado de los campos de entrenamiento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario